Dichos populares

 EL SIGNIFICADO Y ORIGEN DE NUESTRAS FRASES HECHAS

¿Sueles utilizar frases hechas?. Sabes su significado pero...¿Sabes su origen?. ¿Por qué decimos tales expresiones?. Si tienes curiosidad, puedes salir de dudas leyendo este blog.

¡DISFRúTALO!   


(1) A buenas horas mangas verdes: Se dice de todo aquel que llega a destiempo cuando ha pasado la oportunidad y resulta inútil su auxilio.Se dice de todo aquel que llega a destiempo cuando ha pasado la oportunidad y resulta inútil su auxilio. Se debe el origen de esta frase a que en tiempo de los cuadrilleros de la Santa Hermandad (juzgaban y castigaban delitos cometidos fuera de las ciudades y los pueblos), como casi nunca llegaban a tiempo para capturar a los malhechores, los delitos quedaban impunes. Los cuadrilleros vestían un uniforme de mangas verdes y coleto.


A cada cerdo le llega su San Martín: No hay persona a la que no le llegue el momento de padecimiento. El origen de este proverbio tiene relación con la fecha del 11 de noviembre, día en que se celebra la festividad de San Martín de Tours, taumaturgo y milagrero francés, elegido por sorteo patrono de la ciudad de Buenos Aires. Ese día, con motivo de la celebración, la tradición indicaba que se comiera cerdo. Otra versión, afirma que «san martín» era el nombre dado a cierto cuchillo que se usaba para trocear a los cerdos. En cualquiera de los casos, la palabra "san martín" se escribe con minúscula inicial por tratarse de un sustantivo común y así aparece en todos los diccionarios.


A Dios rogando y con el mazo dando:  Se remonta a  la historia de un carretero a cuyo carro se le estropeó la rueda en un camino, y tras el accidente, no dejando de lamentarse, se encontró con San Bernardo. Al rogarle que intercediera por él a Dios para que arreglase el carro, este le contestó: “Yo rogaré a Dios, amigo, y tú entretanto da con el mazo”.


A la Ocasión la pintan calva: El origen procede de una antigua diosa romana llamada Ocasión y que era representada como una hermosa mujer colocada sobre una rueda y con alas en la espalda o los pies. Con este simbolismo se pretendía reflejar que las oportunidades pasan de forma rápida.

Además, esta diosa Ocasión tenía una característica muy particular en su cabeza. Y es que mientras en la parte frontal tenía abundante pelo, en la zona posterior era calva. De esta forma se simbolizaba la imposibilidad de coger por los pelos a las oportunidades una vez han pasado de largo y lo sencillo que resulta, en cambio, sí se abordan de cara las ocasiones.


A la tercera va la vencida: Tomado del deporte de la lucha cuerpo a cuerpo, en el que vence quien tumba tres veces al rival.

La segunda teoría es que se remonta al ejercicio del derecho en los siglos XVI y XVII.
En aquellos tiempos, si un ladronzuelo reincidía y se le encontraba culpable de hurto tres veces, se le colgaba en plazas públicas como muestra de que la autoridad no se andaba con jueguecitos. Para el pobre caco, la tercera era la vencida.


A la vejez viruelas:La frase alude a quienes se enamoran tardíamente o se embarcan en aventuras no usuales para su edad, siendo éstas más propias de la juventud. Actualmente se usa no solo para hablar de relaciones sentimentales, sino que también se aplica a cualquier actividad realizada de forma tardía y propia de años más jóvenes. Esta expresión es el título de una comedia de 1817 escrita por el dramaturgo Manuel Bretón de los Herreros, una obra en prosa que narra las vicisitudes de dos viejos enamorados. Algunos creen que el dicho surgió a raíz de su estreno en 1824. La viruela o viruelas era una enfermedad vírica contagiosa que afectaba principalmente a niños y adolescentes y que una vez curada dejaba cicatrices para siempre. Por tanto, no era una infección propia de personas de edad avanzada.


A ojo de buen cubero: Expresión campestre que equivale a «aproximadamente, al tanteo». El cubero era el encargado de fabricar cubas para la contención de líquidos. Dado que entonces no existía una reglamentación específica sobre medidas y la capacidad que debía tener cada cuba, se intentaban estandarizar. Por ello, el cubero debía tener buena vista para elaborarlas perfectas.


A rey muerto, rey puesto: Habla de la necesidad de reemplazar inmediatamente a la persona que no está o ha fallecido. Tal como sucede en la realeza -en la que cuando acaece la muerte de un monarca, automáticamente es ungido su sucesor- en la vida, las personas buscan sucederse unas a otras constantemente.


A río revuelto, ganancia de pescadores: Cuando se viven momentos de inquietud y zozobra, siempre hay alguien que se beneficia. La expresión reproduce la situación real de los pescadores que, cuando comprueban que el agua produce movimientos bruscos, saben que se les facilitará la pesca.


A troche y moche: Gastar alocadamente, despilfarrar. El origen está en la cultura de los leñadores, donde se habla de "hachar a troche y moche", es decir, talar bosques naturales sin pensar en el futuro. Viene de los verbos "trocear" y "mochar". Un ejemplo de esto es lo ocurrido en Santiago del Estero a comienzos del siglo XX, cuando grandes bosques de quebracho fueron eliminados sin asegurar su reproducción.


Acabar como el rosario de la aurora: El diccionario de la Academia define esta locución verbal coloquial del siguiente modo: ‘Desbandarse, descompuesta y tumultuariamente los asistentes a una reunión, por falta de acuerdo’. Al parecer, tiene su origen en la procesión de la Cofradía del Rosario que recorría las calles de algunos pueblos y ciudades, que a veces terminaba brusca y violentamente por motivos políticos o porque se encontraba con los jóvenes bebidos y pendencieros que todavía recorrían dichas calles de madrugada.


Adelante con los faroles!: Originariamente, la expresión completa habría sido ¡Adelante con los faroles, que atrás vienen los cargadores!, al parecer, relacionada con las antiguas procesiones religiosas, en las que era usada a manera de estímulo para que los encargados de transportar faroles, antorchas y cirios -que precedían a los que llevaban las imágenes (cargadores)- no cejaran en su esfuerzo.


Agarrar para el lado de los tomates: Interpretar mal alguna explicación o respuesta, irse por las ramas. El origen se relaciona con la planta del tomate, que es propensa a contraer pestes, por lo que es necesario plantarla en un lugar alejado. Otra versión asegura que la frase se origina en la facilidad con que esta planta se desarrolla hacia cualquier sentido si no se la guía en su crecimiento y entonces, "agarra" para cualquier lado.


Ahí está la madre del cordero: Expresión que se utiliza como interjección, para dar a entender que, finalmente, la persona que la exclama ha comprobado una verdad o ha descubierto un hecho. Podría equivaler a ese es el quid de la cuestión. Tiene origen bíblico pues el cordero de Dios es Jesús - el que quita el pecado del mundo - y, por lo tanto, su madre la responsable de su misión redentora.


Ahí le aprieta el zapato: La expresión ha sido sacada de un simpático cuento castellano protagonizado por un cura y un zapatero. Este último, muy apesadumbrado, fue a visitar al párroco para contarle que quería separarse de su mujer. En un intento de disuadirlo, el cura comenzó a relatarle las cualidades de su esposa: "Es bella, es buena cocinera, es una cristiana modelo..." Entonces, el zapatero mostró sus zapatos al cura, y le dijo: ¿Qué le parece este par? El párroco respondió: "Me parecen unos hermosos zapatos, hechos con una piel muy buena y parecen cómodos". Y el artesano replicó: "Así es, padre, pero usted no puede saber dónde me aprietan". La frase ha quedado para ser utilizada cuando se descubre el punto débil de una persona, o algo que le molesta o duele sobremanera.


Al pan, pan y al vino, vino: Llamemos a las cosas por su nombre, sin eufemismos. Una empresa elaboradora de vinos parafraseó esta expresión, hace algunas décadas, con el eslogan al pan, pan y al vino... Toro.


Al que le quepa el sayo que se lo ponga: Es una frase que suele aplicarse en el momento en que se hace una reprimenda o llamado de atención, sin mencionarse quién es el destinatario, por eso se la deja «flotando» en el ambiente para que el «interesado» la interprete. El sayo era un vestido sin botones que cubría desde el cuello hasta las rodillas.

Al que nace barrigón es al ñudo que lo fajen: Frase tomada del Martín Fierro, de José Hernández, en la que se hace referencia a lo vano e inútil de los intentos por ocultar las verdaderas características de la personalidad humana. La expresión al ñudo -que no debe ser pronunciada como si fuera añudo- que lo fajen es propia del Río de la Plata, quiere decir «inútilmente, en vano» y proviene de la costumbre de ceñir a los bebés con una faja.


Al tun-tún: Esta expresión, para algunos proviene de la locución latina "ad vultum tuum", luego llevada al latín vulgar con el valor de "al bulto". Para el etimologista Joan Corominas, es una voz expresiva creada para sugerir una acción ejecutada de golpe: tun... tun.... De cualquier forma, llegó a nosotros con el valor de algo hecho al bulto, sin diferenciar ni discriminar.


Al voleo: Locución adverbial que se origina en la acción de sembrar, cuando se arrojan las semillas a puñados, esparciéndolas en el aire. Por comparación, se usa la expresión para calificar actitudes arbitrarias y desmedidas.


Ancha es Castilla: Obrar con total libertad. En los tiempos de la Reconquista, los desolados campos castellanos eran el sitio perfecto para iniciar un negocio.


Andar de capa caída: Estar desanimado, abatido, como quien no se preocupa en aparecer aliñado, bien vestido. En la época en que los hombres usaban capa, tenerla caída hacia un costado, era síntoma de mal gusto. Por extensión, se usó la frase para aplicarla en quien se mostraba desesperanzado.


Apaga y vámonos: Para explicar el origen de este dicho, debemos relatar un original desafío sostenido hace siglos por dos sacerdotes del pueblo de Pitres, en Granada. Sucede que ambos clérigos eran aspirantes a una capellanía castrense y decidieron un día apostar a cuál de los dos sería el que dijese la misa más rápidamente, es decir, en menos tiempo. Una vez dispuesto el día de realización del original "duelo", el primero de ellos subió  al altar y dijo: "Ite, misa est", forma que hoy equivale a lo que los sacerdotes católicos expresan cuando dicen: "Hemos celebrado la Misa. Podéis ir en paz". El segundo, que ya veía que su contrincante había sacado ventaja, dudó un instante, giró, miró a su monaguillo y le dijo: Apaga y vámonos, con lo que a nadie le quedó duda de que su "misa" había sido la más breve. En la actualidad, suele usarse este dicho para dar a entender que en cierto lugar nada queda por hacer y está todo terminado. Entre nosotros, circula la variante que el último apague la luz con un valor diferente y quizás algo más apocalíptico.


Armado hasta los dientes: Estar alguien excesivamente armado, tanto que lleva armas incluso en los dientes, a la manera de los antiguos piratas y corsarios que, durante el abordaje a las naves enemigas, y para tener las manos libres, llevaban puñales en la boca.


Armarse el tole tole: Expresión utilizada para indicar que un conflicto alcanza un importante grado de confusión, sobre todo cuando se trata de alboroto popular. El origen del dicho sería el desorden provocado por los judíos ante Poncio Pilatos, pidiéndole que crucificara a Jesús, gritando "¡Tolle, tolle, crucifige eum!" ("¡Quítalo, quítalo, crucifícalo"!).


Armarse la de Dios es Cristo: De este modo se expresa el desencadenamiento de un gran escándalo donde todos los participantes gritan y ninguno se entiende. La mayoría de los autores coincide en afirmar que la frase proviene de las controversias y violentos enfrentamientos surgidos en el transcurso del primer concilio ecuménico de Nicea, al discutirse la doble naturaleza, humana y divina, de Jesucristo. Iniciado en el año 325 bajo el pontificado de Silvestre I, el concilio fue presidido por el obispo de Córdoba, con la presencia del emperador Constantino. Éste había promovido su celebración para resolver la crisis desatada dentro de la Iglesia por los defensores del arrianismo. Mientras que para los católicos el Verbo, Hijo de Dios, es verdaderamente Dios, lo mismo que el Padre, para el heresiarca griego Arrio el Verbo sólo posee una divinidad secundaria. Dicho de otro modo, que el Verbo no es realmente Dios eterno, infinito y todopoderoso.


Armarse la de San Quintín: Formarse una gran riña entre varias personas. La comparación surge con la batalla de San Quintín (10 de agosto de 1557) festividad de San Lorenzo, por la que los españoles aniquilaron a los franceses, aun a costa de grandes bajas.


Armarse la gorda: El DRAE explica el significado de esta locución verbal coloquial de la siguiente manera: ‘Sobrevenir una pendencia, discusión ruidosa o trastorno político o social’. La Gorda era la revolución que se estaba fraguando contra Isabel II en los meses de julio a septiembre de 1868, aunque después pasó a denominarse popularmente como la Gloriosa.


Armarse la marimorena: Se trata de una expresión que significa “armarse una gran riña o pendencia”. Según parece, tuvo su origen en una trifulca que se armó en una taberna de la Cava Baja del Madrid de los Austrias del siglo XVI regentada por el matrimonio Alonso de Zayas y su esposa María Morena. No está claro si “Morena” era el apellido o un apodo por el color de su pelo. Fue famosa por un proceso judicial que se abrió contra ellos tras negarse a servir su mejor vino a un grupo de soldados, un caldo reservado para los clientes de mayor abolengo como los miembros de la Corte y funcionarios ilustres que a menudo visitaban la cantina. Tras su firme negativa, comenzó en el local una trifulca y, por lo que narran los escritos de entonces, fue la propia tabernera Mari Morena quien repartió más “leña”. Una mujer de armas tomar, de las que no se recataban a la hora de armar un follón a aquellos clientes que pretendían marcharse sin pagar o bebido más de la cuenta. Su fama la ha precedido hasta nuestros días, de ahí la famosa expresión “se armó o armarse la marimorena” como sinónimo de riña o bronca.


Arrimar el ascua a su sardina: Se refiere a aprovecharse de las circunstancias favorables o hacer un uso egoísta de determinada situación. Denota la inclinación que todos tenemos a defender lo que nos pertenece o en ocasiones lo que nos acomoda, que no es lo mismo. Según algunos, en otros tiempos se solían dar sardinas a los trabajadores de los cortijos andaluces, que luego asaban en la candela de la lumbre de los caseríos. Como la candela se apagaba cuando uno cogía ascuas (trozos de brasas ardiendo sin dar llama) para arrimarlas a su sardina, tuvieron que prohibir el uso de este pescado para evitar altercados entre los trabajadores.


Así me las den todas: El origen de este dicho está basado en un hecho muy directamente relacionado con el accionar de la Ley y la Justicia. Cuentan que un alguacil, por orden del juez, fue una vez a ejecutar un mandamiento. Sin embargo, las cosas se le complicaron: en lugar de cobrar la multa que pretendía, sólo recibió como pago dos sonoras bofetadas. De regreso ante su superior y confiando en mover la cólera del juez contra el agresor, relató ante aquel lo sucedido y acabó por decir que los bofetones, en realidad, se los habían dado a él, al señor juez en su propia cara, debido a que no habían querido acatar la orden por él dictada. El juez -hombre de buen humor, sin dudas- lo escuchó pacientemente y le respondió: "Cierto... pero así me las den todas, como queriendo decir que, de esa manera, no tenía inconveniente en "cobrar una paliza". Si bien el dicho no es muy usado en la actualidad, suele usárselo irónicamente, para dar a entender que algo nos es indiferente, sobre todo si se trata de males o desgracias ajenas.


Atar los perros con longanizas: Es una frase sinónimo de exageración en demostración de opulencia y derroche. Este dicho nos remonta a principios del siglo XIX al pueblo salmantino de Candelario, cercano a Béjar, famoso por la calidad de sus embutidos, en el que vivía un afamado elaborador de chorizos llamado Constantino Rico, alias “el choricero”, cuya figura sería inmortalizada por el artista Bayeu en un famoso tapiz que hoy se exhibe en el Palacio de El Pardo. Tenía instalada su fábrica, en la que trabajaban varias obreras, en los bajos de su propia casa, y en una ocasión una de éstas, apremiada por las circunstancias, tuvo la peregrina idea de atar un perrito faldero a la pata de un banco, usando para ello a manera de soga una ristra de longanizas. Al poco rato entró un muchacho, hijo de otra operaria, a dar un recado a su madre, y al presenciar con gran estupor la escena se encargó de divulgar la noticia de que en casa del tío Rico “se atan los perros con longaniza”. Una expresión de inmediata aceptación en el pueblo, que se usó desde entonces como demostración ostensible de la riqueza.


Brillar por su ausencia: Esta es una expresión que se remonta a la Antigua Roma. El historiador Tácito la utilizó en sus "Anales" cuando relató los funerales de Junia, viuda de Casio y hermana de Bruto, dos de los asesinos de Julio César. En los funerales romanos era costumbre colocar en la urna los retratos de parientes y familiares y en esta ocasión, según Tácito, "brillaron" los de Casio y Bruto justamente por estar ausentes.


Cambiar de chaqueta: En la época de la reforma luterana, los partidarios de cada tendencia se distinguían de otros por sus chaquetas. Como el forro tenía otro color, los partidarios de uno u otro bando las volvían de vez en cuando del revés, para despistar o pasar inadvertidos. Cambiar de chaqueta se quedó como frase que definía un cambio oportunista de opinión.


Cargar con el muerto: En varios territorios de la época medieval existía una ley que dictaba que cuando no se podía hallar al asesino de un cadáver encontrado, los pobladores del pueblo al que pertenecía dicha persona debían pagar una multa conjunta. Como a nadie, sea la época que sea, le gusta pagar impuestos… los pobladores al encontrar un cadáver se apuraban a cargarlo, y de común acuerdo, transportarlo y arrojarlo en un poblado vecino para salvarse de la multa.


Cargarse o comerse un marrón: Su origen está asociado a Salamanca, donde se llamaba marrón al tronco o viga que en las construcciones populares se utilizaba para colgar la matanza, trastos, herramientas… es decir, el marrón era algo que cargaba con todo.


Coger el tranquillo: Tranquillo viene de tranco y de las múltiples acepciones, quizás la más cercana a la misma es “al tranco”, que queda definido como “Dicho de moverse las caballerías y por extensión las personas (a paso largo)”. Así que si extrapolamos, coger o encontrar el tranco o tranquillo es encontrar el ritmo de marcha adecuado, lo que lleva asociado un componente militar. Por lo tanto el significado actual de la expresión es una evolución de “al tranco”, la cual partiendo de un ritmo de paso ha terminado significando el conseguir el dominio de algo a través de la práctica. Por cierto, “al tranco” se utiliza fundamentalmente en Sudamérica.


¡Cómo está el patio! Aunque se apunta a diversas épocas, parece ser que los testimonios más antiguos nos llevan a los corrales y patios de comedias de la edad moderna. Se alude al ruido, al griterío y en general al bullicio de los mismos para señalar que el “patio” estaba revuelto (generalmente dicho por los actores). Posteriormente, la expresión se desarrollaría en las corralas y patios de vecinos, donde las trifulcas y el bullicio propagaron el dicho. Cabe pensar que los mismos se masificaban cuando ocurría algo llamativo e importante. Por cierto, son estos los patios que popularizaron sainetes y zarzuelas.


Como Pedro por su casa: Dícese de la persona que se mueve con desenvoltura en un lugar que no le es propio. En ocasiones tiene un significado peyorativo para referirse a un intruso cuya actitud es impertinente, arrogante y excesiva. También se usa cuando alguien tiene mucha confianza y se comporta con toda naturalidad, saltándose a veces la prudencia que se supone. Se desconoce quien era el tal Pedro al que alude el dicho, aunque algunos autores lo sitúan en Aragón donde existe una versión que dice: “Entrase como Pedro por Huesca”, que alude a Pedro I de Aragón (1070-1104), que en 1095 reanudó el sitio impuesto a Huesca por Sancho, encontrando muy poca resistencia para tomar la ciudad.


Conocer el Percal:  La raíz de este dicho la encontramos en la palabra percal, la cual alude un tipo de tela. Aunque también se llama percal a la tela de los capotes de torear, históricamente la misma era una mezcla de varios tejidos, generalmente de baja o inferior calidad.

El mismo fue un tejido muy utilizado por las clases populares, hasta el punto de que los sastres de la época, expertos en los diferentes tipos de paños, podían fácilmente diferenciar el origen de una persona en función del tipo de tela que vestía (pese a que la persona pretendiese aparentar más). Por lo tanto podemos afirmar que los sastres conocían bien el percal (o los tipos de percal) y esta expresión se acabó generalizando hasta su significado actual.


Creerse el ombligo del mundo: Nos hemos de remontar varios milenios y echar mano a la mitología. El ombligo del mundo era la piedra que se veneraba en el santuario de Apolo en Delfos, el mayor centro espiritual de la Grecia Clásica. A la misma se la conocía como ónfalos en griego y umbelicum en latín (de esta última ha llegado a nosotros por ejemplo umbilical, palabra relacionada directamente con el ombligo).


Dar en el clavo: Antiguamente existía un juego llamado hito que consistía en fijar una barra en el suelo y arrojar desde lejos unas anillas de hierro hasta colar la anilla en la barra. El hito o barra era una especie de clavo metálico, por lo que “dar en el clavo” significaba ganar la partida. La expresión se extendió al hecho de atinar en averiguación de cosas difíciles.


Dar gato por liebre: Engaño malicioso por el que se da alguna cosa de inferior calidad, bajo la apariencia de legitimidad. Antiguamente, las hospederías, posadas y fondas gozaban de una dudosa fama, sobre todo en materia de viandas y calidad de sus comidas; algo que ha mantenido la tradición con el paso de los siglos. La literatura universal está llena de alusiones, muchas de ellas irónicas, acerca del valor de los alimentos ofrecidos en ellas. Era tanto el descrédito de estos lugares que llegó a hacerse usual entre los comensales la práctica de un conjuro, previo a la degustación, en el que parados frente a la carne recién asada recitaban: “Si eres cabrito, mantente frito; si eres gato, salta al plato”. Por supuesto, este “exorcismo” nunca sirvió para demostrar la veracidad de la fama de la posada, pero dio origen a la expresión dar “gato por liebre”, que con el tiempo se incorporó al lenguaje popular. Entre otras acusaciones, los venteros a menudo eran sospechosos de echar un asno en adobo y venderlo como ternera, y también de servir platos cuyo contenido no se sabía si era conejo, liebre, cabrito o gato. Una de las estafas más comunes era dar carne de gato en lugar de liebre. De ahí que este dicho se utilice cuando se intenta engañar en la calidad de una cosa, ofreciendo otra inferior que se le parece.


Dar la lata: Molestar y fastidiar al prójimo con cosas inoportunas. Aunque se cree que proviene de los antiguos dichos “dar la tabarra” o “dar la murga”, son muchas las versiones que circulan sobre su procedencia. Hay quien opina que se refiere al fastidio ocasionado por aquel que golpea instrumentos de percusión como zambombas, palos y cencerros para festejar las segundas nupcias de una viuda o un viudo. Es posible también que al aparecer en el mercado la hoja de lata (luego hojalata) como producto de uso común, los recipientes vacíos de ese material se incorporasen como equipo “sonoro” de las “cencerradas”. De manera que la expresión “dar la lata”, o sea percutir sobre ella, no hizo más que extender el concepto tradicional de “dar la murga”. También está documentado que esta frase podría provenir de la ciudad de Málaga, en cuya cárcel los presos solían comprar una lata de mosto condimentado con sobras de vino, licores y aguardientes que provocaba en los detenidos una intensa borrachera y en consecuencia un deseo incontenible de hablar. Para el profesor Fernando Lázaro Carreter, miembro de la Real Academia Española, este dicho tiene una génesis más castrense. Explica que su origen puede estar en la expresión: “daban la lata los soldados viejos que, en el siglo XVII, andaban de despacho en despacho mendigando compensaciones a sus cicatrices y a las proezas que certificaba aquel rollo de documentos metidos en un tubo de lata”, señalando que de esta costumbre militar pudo surgir “la equivalencia, hoy perfecta, de latazo y rollo”.


Darle un cuarto al pregonero: Reprobar la divulgación de algo que, por su particular naturaleza, debiera callarse. La figura del pregonero existe desde hace mucho tiempo, hay quien lo lleva a la época de los romanos. En España, se sabe que existían pregoneros por lo menos desde el siglo XIV, estando en vigencia hasta el siglo XIX. Se dividían en tres clases: los oficiales (estaban al servicio de la Administración) que se encargaban de difundir de viva voz todas las noticias importantes (bandos municipales, leyes, dictámenes reales…) que afectaban a los ciudadanos; los heraldos que marchaban delante de los nobles anunciando su paso, y los voceadores mercantiles, quienes por encargo de cualquier particular pregonaban todo tipo de noticias (bodas, bautizos, fallecimientos, ventas de terrenos,…). La tarifa usual de estos últimos era un cuarto, que equivalía a cuatro maravedíes. Coloquialmente enseguida se comparó la propagación de noticias por los pregoneros con el acto de difundir chismorreos, naciendo así la expresión ”lo mismo es decírselo a Fulanito, que dar un cuarto al pregonero” en el sentido de que, según que cosa, si se la contabas a determinada persona conocida por su indiscreción era lo mismo que encargar que fuese difundida por el pregonero a cambio de una moneda.


Darse con un canto en los dientes: Decimos esta frase cuando queremos expresar que algo ha salido a nuestro favor sin haber tenido muchas esperanzas de que sucediera. La expresión deriva de una practica que realizaban los antiguos cristianos se daban "con un canto (piedra) en el pecho" para dar gracias a Dios. Posteriormente en lugar de en el pecho se daban en los dientes, pues así sentían mas dolor. A mas dolor mas gratitud


Dársela a uno con queso: Se utiliza para referirse a uno mismo cuando ha sido estafado o engañado. En la Edad Media, los vinos de la Mancha disfrutaban ya de una merecida fama y muchos taberneros y bodegueros de toda España ya acudían a tierras manchegas para comprar un buen caldo. Antes de pagar, todos tenían la buena costumbre de probar la mercancía. Entonces, para dar salida a las partidas de vino picado o de baja calidad, los dueños de las bodegas recurrían a un arte especial: agasajaban a los posibles compradores con un sabroso plato de queso manchego, pues su fuerte sabor hacía que el paladar del incauto no distinguiera entre un buen vino y otro echado a perder o malo. Así fue como nació la expresión “dársela a uno con queso”.


De punta en blanco: En los ejercicios para combate, los caballeros medievales empleaban armas de hierro ordinario que carecían de filo y llevaban en la punta un botón, como los floretes con que se aprende esgrima. Recibían el nombre de armas negras, en oposición a las que se usaban en los torneos, que eran de acero filoso y tenían el extremo afilado o, como se decía entonces, la punta en blanco. En esas lizas, los contendientes se presentaban ante el árbitro o maestro de armas acompañados de sus escuderos, quienes portaban los yelmos con sus penachos y los respectivos escudos. La gran pompa de esta ceremonia con música de fanfarrias y el espectáculo de las armaduras relucientes y los estandartes al viento quedaron asociados a la frase “estar de punta en blanco”, que tomó el sentido de mostrarse con las mejores galas. Pasaron los tiempos feudales, pero el dicho subsiste. Sólo que ahora se aplica a cualquiera que luce impecablemente desde el peinado hasta los pies. Vestido de punta en blanco. Como para un torneo… de elegancia.


Dejar en la estacada: Dejar a alguien abandonado o en peligro. La “estacada” era el campo de batalla construido con estacas donde se celebraban los desfiles solemnes, torneos y demás competiciones entre caballeros. De ahí salió la frase “quedarse en la estacada” tras ser vencido en una disputa o perder en una determinada empresa; y figuradamente “dejar a alguien en la estacada” es abandonarle en un momento delicado o peligroso.


Despedirse a la francesa: Cuando alguien se marcha de un lugar sin despedirse de los presentes. Su origen viene de una costumbre que se popularizó en el siglo XVIII entre la alta sociedad y burguesía francesa. La llamaron “sans adieu” (“sin adiós”) y consistía en retirarse de un lugar sin despedirse, ni saludar a los anfitriones, siendo de muy mala educación hacerlo o indicar siquiera el deseo de marcharse. Con el tiempo, todo volvió a la normalidad y el uso del saludo para despedirse volvió a ponerse de moda, viéndose entonces con malos ojos y falta de educación el irse de un lugar sin decir nada. A partir de entonces en el lenguaje coloquial español se comenzó a aplicar la expresión “despedirse a la francesa” como reprobación al comportamiento de alguien que, sin despedida ni saludo alguno, se retiraba de una reunión. Resulta cuando menos contradictorio que los franceses utilicen la expresión “filer à l’anglaise” (“marcharse a la inglesa”) para referirse a los que huyen o escapan de un lugar. Todo hace suponer que las continuas enemistades históricas entre franceses e ingleses fueron origen y causa de su uso de un modo despectivo.


Dormir la mona: La expresión procede del hábito existente en numerosos circos del siglo XVII de dar alcohol a los monos por la noche para que durmieran y descansaran con el fin de que estuvieran más activos en las actuaciones.


Dormirse en los laureles: Referente a alguien que se ha relajado, descuidado, ha dejado de hacer algo que debería hacer o lo está haciendo pero con desgana y poca eficiencia. Para conocer la procedencia de esta expresión tenemos que remontarnos a la época del Imperio Romano o incluso antes. Antiguamente, a los poetas, emperadores y generales victoriosos (incluso aquellos gladiadores que se ganaban la libertad en la arena o los atletas triunfadores en los juegos) se les coronaba con guirnaldas confeccionadas con hojas de laurel. Después de haber conseguido el triunfo y el reconocimiento general, esa persona dejaba de trabajar y esforzarse y se dedicaba a “vivir de las rentas”, diciéndose entonces que se “dormía en los laureles” (de su corona).


Echar con cajas destempladas: En la actualidad, esta expresión se aplica para despedir a alguien de determinado lugar, acompañando de acritud y malos modos, cuando no con gritos e insultos. En el pasado, las “cajas destempladas” se relacionaban con los tambores. Cuando un militar incurría en un delito de infamia, los superiores disponían separarlo del Cuerpo y se procedía a “destemplar” el parche de las cajas o tambores. Entonces, redoblando sobre ellos, se realizaba la degradación pública del acusado, y el soldado era expulsado con deshonor. Asimismo, con el acompañamiento de las “cajas destempladas” (o desafinadas) eran conducidos hasta el patíbulo los reos condenados a muerte. Según la RAE “destemplar” es “destruir la concordancia o armonía con que están templados los instrumentos musicales”.


Echar un kiki: El ‘kiki’ es aquella relación sexual rápida e improvisada, en cualquier lugar y momento. Es precisamente de esa forma rápida e improvisada de donde proviene la etimología de ‘kiki’, debido a que llega al español a través del término inglés ‘quicky’, forma en que los anglosajones se refieren de manera usual a mantener relaciones sexuales espontáneamente y en pocos minutos.

A su vez quicky no es más que una forma informal de decir ‘quickie’ una palabra cuyo significado literal es ‘rapidito’ (diminutivo de quick: rápido, veloz)


Echar uno a los perros: Significa acosar y hostigar a una persona. Procede esta expresión de la costumbre antigua de echar perros a los toros de lidia que se negaban a embestir, para hostigarlos o fatigarlo.


Empezar con el pie derecho: En los rituales paganos, al subir el altar era norma dar el primer paso largo y con la pierna derecha. Esto significaba un buen augurio y marcaba que los Dioses estarían a favor de los concurrentes.


Entrar a saco: la expresión proviene del verbo saquear, entrar en un lugar apoderándose de la mayor parte de los bienes que allí se encuentran. Por lo general, los saqueos se solían hacer con sacos donde poder meter el botín. De ahí que la expresión se utilice para indicar que se aborda una tarea o tema sin ninguna contemplación hacia el trabajo de los demás o a sus consideraciones.

Eres más chulo que un ocho: es una expresión coloquial utilizada para definir a una persona que actúa de forma un tanto desafiante o con insolencia y cierta gracia. También se usa para referirse a alguien que va muy arreglado o con ropa nueva que luce con estilo y seguridad en sí mismo. Esta festividad se celebraba en la ermita del Santo donde se acudía a rezar y después se celebraba la famosa verbena de San Isidro donde había bailes y comidas tradicionales. El medio de transporte utilizado para llegar a este lugar era la línea 8 del tranvía de la época, que cubría el trayecto entre la Puerta del Sol y el barrio del río Manzanares.


Estar a dos velas: Se usa para referirse a estar sin blanca, es decir, sin dinero, ni recursos de ningún tipo. No está del todo clara su procedencia. Aunque no parece muy convincente, algunos dicen que se trata de un símil marinero y significa que la embarcación navega tan solo con dos velas sin utilizar el resto de los recursos. Otros señalan que es el gesto que se hace para demostrar que no se tiene dinero, metiendo las manos en los bolsillos y estirando los forros hacia fuera volviéndolos del revés. Su forma triangular y el color blanco serían comparables a las velas de una embarcación. Aunque lo mas probable, y así lo cuenta José María Iribarren en su libro “El por qué de los dichos”, es que aluda al juego y al hecho de que antiguamente el que hacía de banca en las timbas y partidas de naipes “ilegales”tenia una vela a cada lado para poder contar el dinero. De ahí que “dejarle a dos velas” significaría dejarle sin dinero. Hay incluso quien lo relaciona con los niños desatendidos que,por no tener, no tienen ni quien les limpie los mocos, y en ese caso la frase solía ir acompañada por el gesto de pasar los dedos índice y corazón de arriba a abajo, uno por cada lado de la nariz.


Estar a la cuarta pregunta: A esta expresión, que significa estar escaso de dinero o carecer por completo de él, se le han atribuido varios orígenes. Uno es jurídico, y tiene que ver con que, en siglos pasados, a los detenidos en los juzgados se les pasaba un formulario que constaba de cuatro preguntas: «1 Nombre y edad. 2º País de nacimiento y profesión. 3º Religión y estado civil. 4º Rentas.» A esta cuarta cuestión todos solían declarar negativamente, evitando así sufrir embargos.


Estar a la luna de Valencia: El origen de la misma, y que más fuentes otorgan como cierta, es la que se refiere a las antiguas murallas que rodeaban la ciudad de Valencia. Éstas tenían unas puertas por las que acceder al interior y que eran cerradas por la noche tras el toque de queda. Aquellos rezagados que llegaban tras el cierre no podían pasar al interior y por lo tanto no tenían posibilidad de ir a dormir a sus casas, por lo que debían pasar el resto de la noche al raso, a la luna de Valencia.


Estar a por uvas: No enterarse de nada. Estar despistado, ausente, con la mente en otro lugar. Ayer dijimos que cambiábamos el lugar y la hora de la cita, pero como tú siempre estás a uvas, no te enteraste, claro. Quizá esta ausencia haya de interpretarse en sentido físico para comprender el origen del dicho, que podría estar relacionado con los periodos que pasaban lejos de su hogar los trabajadores que acudían a la vendimia, muchos de ellos en el extranjero.


Estar buscando a su media naranja: Alude al encuentro de la pareja ideal, sea un hombre o una mujer.  Cuentan que la expresión surgió basada en el mito, citado por Platón, de la aparición de los dos sexos humanos. Según esa teoría, las personas eran asexuadas y, en un mismo cuerpo y en perfecta armonía, convivían lo femenino y lo masculino. Pero al parecer, un día esos seres desobedecieron las órdenes de los dioses y éstos lo castigaron: los separaron en dos, como si se tratara de una naranja, y los obligaron a continuar su vida buscando a la otra mitad para recuperar aquella felicidad perdida.


Estar de capa caída:  expresión que tienen su origen en el mundo de la tauromaquia. Procede del momento en el que algún torero, en una mala tarde y con una lidia que le plantea algunos problemas, no resuelve adecuadamente los inconvenientes que se le van planteando y acaba estando apático y realizando una faena de forma desganada, notándosele al no coger el capote con seguridad y de una forma decidida, por lo que la ‘capa’ suele estar caída y/o siendo arrastrada por la arena del coso taurino.


Estar en Babia: Esta expresión, que se aplica a aquellas personas que se encuentran absortas en sus pensamientos y distraídas, tiene como protagonista a esta bella localidad leonesa. Al parecer, su origen está relacionado con la realeza. Y es que unos reyes de León acostumbraban a descansar en este municipio, donde se acercaban para practicar la caza, la pesca y escapar de las intrigas de la Corte. Según algunos estudios, cuando los monarcas regresaban a palacio y no querían ser molestados, sus sirvientes tenían orden de poner como excusa que los reyes estaban ausentes porque "estaban en Babia".


Estar entre Pinto y Valdemoro: Su origen nos remite a un fervoroso admirador de Baco que vivía en Pinto y que solía ir a Valdemoro a emborracharse, por creer que en este pueblo había mejor vino. Dividía los términos municipales el cauce de un arroyo, casi siempre en seco, y una noche, el protagonista de esta historia se entretuvo en un divertido juego. Saltaba el arroyo y gritaba: “¡Ya estoy en Pinto!”. Un salto al otro lado, y “¡Ya estoy en Valdemoro!”. Un rato estuvo entretenido en tan geográfica diversión, hasta que al dar uno de los saltos, intentando alcanzar la orilla contraria, perdió pie y vino a caer al cauce del arroyo, donde, sin ánimos para levantarse, estuvo tendido toda la noche hasta que por la mañana lo encontraron las gentes, entre Pinto y Valdemoro.

Estar feliz como una perdiz: En este caso, no se tiene constancia de que dicho animal sea o haya sido especialmente feliz. Su origen se encuentra únicamente  en su buena rima. Como pasa igualmente con la expresión "Estar mas a gusto que un arbusto". 

Estar sin blanca: Esta expresión procede de una moneda llamada “Blanca del Agnus Dei”, que fue acuñada en el año 1386 durante el reinado de Juan I de Castilla con motivo de las guerras contra el Duque de Lancaster.

Aunque de aspecto blanquecino dicha moneda era de plata y cobre. Con el transcurrir del tiempo, la moneda fue devaluándose y acabó siendo acuñada únicamente de cobre, siendo ínfimo su valor, por lo que alguien que no tuviese “ni blanca” representaba que estaba en la más absoluta de las ruinas.

Esto es Jauja: Se suele usar este dicho cuando nos encontramos ante una situación de satisfacción que no parece tener fin o en algún lugar placentero sin ninguna preocupación. Jauja es una ciudad peruana fundada por el conquistador Francisco Pizarro cuya fama se debe a las excelentes minas que en época de los conquistadores les proporcionó una vida ociosa y regalada. Fue la primera capital de Nueva Castilla y estaba situada en un entorno idílico, famoso por su belleza. En algunas ocasiones, se exageraban las virtudes de la región para hacer más atrayente a los marinos la larga travesía que les esperaba. Tanto es así que se desvirtuó hasta hacerla parecer el paraíso. De ahí a la frase “esto es jauja” tan solo hubo un paso.


Esto parece, o es, el corral de la Pacheca: Suele decirse para indicar un lugar donde reina el barullo y la confusión. Alude a uno de los antiguos teatros de Madrid. En 1568 había un corral en la calle del Príncipe, perteneciente a un tal Burguillos, en el que se presentaban comedias, habilitándose ese año y en la misma calle otro corral como teatro, propiedad de Isabel Pacheco, llamada la Pacheca; y poco después otro más, situado en la calle del Sol. El corral de la Pacheca, en cuyo solar luego se edificó el célebre Teatro del Príncipe, era el más concurrido y donde se organizaban pendencias con más frecuencia.


Hacer buenas migas: Antiguamente las migas era el plato con el que se solían alimentar los pastores transehuntes. Por ello, al pastor al que se le daba bien cocinar ese plato lograba reunir a más pastores para compartir lo cocinado.


Hacer el primo: Según José M.ª Iribarren, el origen de esta expresión se encuentra más concretamente «en las cartas que durante los sucesos del 2 de mayo de 1808 dirigió el general francés Joaquín Murat al infante don Antonio y a la llamada Junta de Gobierno de España. Murat, al dirigirse a uno y otra, empleaba la fórmula protocolaria de “Señor primo, señores miembros de la Junta”, y a continuación amenazaba (…). Tras las amenazas, la carta terminaba: “Mi primo; señores de la Junta…”. (…) La palabra “primo” tenía acento de sangrienta burla en estas cartas de Murat, tan inauditas como la actitud sumisa y la credulidad necia del simplón infante don Antonio y de los miembros de la llamada Junta de Gobierno (…) el pueblo reaccionó contra quienes se dejaron engañar con la frase expresiva de “hacer el primo” como una expresión picante y graciosa (…)».


Hacer las cuentas del Gran Capitán: Gonzalo Fernández de Córdoba fue un noble militar que conquistó para la España de los Reyes Católicos el Reino de Nápoles. Sus triunfos en las batallas en las que participó hicieron que fuese conocido como Gran Capitán surgiendo un sinfín de leyendas a su alrededor.

Una de ellas es la que apunta que, tras su regreso de Nápoles, Fernando de Aragón le solicitó las cuentas detalladas de todo lo que había supuesto el gasto de la guerra en tierras italianas, algo que ofendió de manera sobresaliente al insigne militar, quien presentó al monarca (según dice la leyenda que está sin confirmar) las siguientes cuentas:

«Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados; por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados; por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados; por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados; y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados»

Desde entonces, la expresión ‘dar las cuentas del Gran Capitán’ se convirtió en sinónimo de tener que dar explicaciones de mala gana y para ello uno se inventa los conceptos y cantidades, justificando gastos incoherentes y desorbitados.


Hacerse el sueco. Locución verbal coloquial que significa ‘desentenderse de algo, fingir que no se entiende’. No viene del gentilicio de Suecia, sino de soccus, el calzado que en el antiguo teatro romano llevaban los cómicos, a diferencia del coturno con el que elevaban su estatura los trágicos. De soccus viene zueco (zapato de madera de una pieza), zocato (zurdo) y zoquete (tarugo de madera corto y grueso; aunque la Academia indica que tal vez venga del celta *tsucca), palabra esta que se aplica al hombre tonto y obtuso. Por consiguiente, hacerse el sueco equivale a hacerse el tonto.


Hay gato encerrado: Se dice cuando desconfiamos de alguna cosa o nos da en la nariz que hay algo turbio en algún asunto, alguna causa o razón oculta. Para encontrar el origen de esta expresión debemos trasladarnos a los siglos XVI y XVII (Siglo de Oro) cuando se puso de moda llamar “gato” a la bolsa o talego en que se guardaba el dinero. Era habitual llevarlo, como remedio a posibles hurtos, escondido entre las ropas o guardado a buen recaudo en algún lugar de la casa. La víctima en el punto de mira de los ladrones solía ser vigilada para ver si tenía dinero y donde lo llevaba. La consigna que se daban entre sí los amigos de lo ajeno consistía en decir si allí había ”gato encerrado” o, lo que es lo mismo, una bolsa con dinero escondido. Hechas con piel de ese animal, se les empezó a llamar popularmente “gatos” a las que podían contener riquezas desconocidas. Aunque hay quien afirma que por ese nombre también se conocía a los pequeños rateros que hurtaban con astucia y engaño (la RAE así lo recoge), una habilidad que recuerda al comportamiento de los gatos.

Importar un pimiento: La expresión proviene del mundo de la pintura, más concretamente de la pintura de bodegones y naturalezas muertas.

Con la explosión de este género pictórico en el siglo XVII los artistas buscaban cada vez más el virtuosismo en cada una de sus telas, no sólo en la composición de sus imágenes sino en la recreación de todas y cada una de las texturas de los objetos representados. Es por este motivo que los pintores adoraban las granadas, los limones y todo fruto cuya superficie fuera un desafío a la hora de ser reflejada fielmente. Una de las verduras que no gozó de esta fortuna fue el pimiento, que podría haber sido en cambio una gran novedad considerando su llegada a Europa sólo después de su importación desde América. La superficie del pimiento, tersa, brillante y casi por completo monocroma, no ofrecía ningún atractivo a los pintores de bodegones, que rara vez lo incluyeron en sus cuadros. Por eso en este gremio comenzó a utilizarse la expresión “me importa un pimiento”, propio por la “inutilidad” de la verdura para sus creaciones


Importar un pito: El pífano o el «pito» era el chico que tocaba tal instrumento en el ejército. Su paga era muy baja. Por tanto cuando utilizamos la expresión «me importa un pito» damos a entender que le damos muy poco valor al asunto.


Irse a hacer puñetas: La usamos cuando queremos despedir a alguien con desconsideración. Las puñetas son las bocamangas (la parte mas cercana de la manga) realizadas con bordados y puntillas, que adornaban algunas togas. Estos adornos eran realizados a mano con hilo, formando un tejido calado con flores y figuras. Era una labor muy delicada que implicaba la inversión de mucha paciencia, tiempo y dinero.


Irse a la porra: El sargento mayor de cada Tercio de Flandes, la unidad de élite de los ejércitos Habsburgo en el siglo XVI y XVII, dirigía los compases de sus hombres moviendo un gran garrote, una especie de antecedente de la batuta de orquesta que recibía el explícito nombre de porra. Cuando una columna en marcha hacía un alto prolongado, el sargento mayor hincaba en el suelo el extremo inferior de su porra distintiva para simbolizar la parada. Los soldados arrestados debían permanecer sentados en torno a la porra que el sargento había clavado al principio. Eso equivalía por tanto a «enviar a alguien a la porra» como sinónimo de arrestarle.


Irse al carajo: Carajo se le llamaba a la pequeña canastilla que se carajo encontraba en lo alto del palo mayor de las antiguas naves. Cuando un marinero cometía una falta se le mandaba al carajo en señal de castigo. Hete aquí por qué cuando queremos perder de vista a alguien usamos la expresión: “ Vete al carajo.


Irse de picos pardos: Expresión equivalente a ir de parranda en busca de personas del otro sexo. Hay quien afirma que el origen de este dicho viene de la Edad Media (siglos V al X) cuando a las prostitutas se les obligaba a llevar en las vestiduras un trozo de tela en forma de pico de color marrón o pardo, de ahí lo de “irse de picos pardos”. Sin embargo, otros sostienen que fue en el período siguiente del Renacimiento (siglos XV y XVI) cuando las mujeres llevaban una falda en forma de lienzo cuadrado con una abertura en el centro que se ajustaba a la cintura, de tal modo que la falda resultante tenía cuatro picos. En El Quijote se habla de la condesa Trifaldi y se dice en concreto que lleva una falda con tres picos en vez de cuatro. Según el diccionario de la RAE, con “andarse, o irse, a picos pardos” se da a entender que hay quien, pudiendo dedicarse a cosas útiles y provechosas, prefiere entregarse a las más inútiles e insustanciales con tal de no trabajar. Luis Montoto, notario eclesiástico, concejal del Ayuntamiento de Sevilla y cronista oficial de la ciudad, en su obra “Un paquete de cartas” escribe: “Los picos o los mantos con picos pardos fueron distintivo de las mujeres de vida airada, mozas de partido, etc. En tiempos pasados, las tales tenían que vestir como se les ordenaba. Según las Ordenanzas de la Casa Pública de Sevilla, no habían de usar vestidos talares, ni sombrillas, ni guantes, sino una mantilla para los hombros, corta y encarnada”. Fue Carlos III quien impuso a las prostitutas la obligación de distinguirse mediante sayas de color pardo cortadas por los bajos en picos. Aunque también se dice que “ir de picos pardos” tiene que ver con las costumbres ligeras de los estudiantes del Siglo de Oro y sus acompañantes, donde las prostitutas para identificar su condición llevaban un cintillo pardo en el borde de la falda.


Irse por los cerros de Úbeda: Esta expresión, que se aplica a una persona que se aparta del asunto que trata cuando habla y se dispersa, se remonta al siglo XIII y, concretamente, al año 1233, en plena Reconquista. Así lo cuenta la propia página de turismo de Úbeda y Baeza, que explica que el rey castellano Fernando III 'el Santo' mandó a uno de sus lugartenientes a vigilar unos cerros cercanos a esta localidad de Jaén. Al llegar allí, este militar se encontró a una bella mujer mora de la que quedó prendado, por lo que no finalizó la misión que el rey le había encomendado. Al ser preguntado por el monarca sobre lo acontecido, Fernando III le respondió que se había extraviado por los cerros de Úbeda.

Joder la marrana:  Proviene de la acción de sabotear el eje de una noria de agua a través de atrancarla con algún palo o barra de hierro e incluso echando arena. De ese modo se impedía el giro de la misma siendo un perjuicio para el propietario del pozo.

Cabe destacar que algunas fuentes también apuntan a la noria de los molinos y a la disputa que había entre los campesinos que iban a moler el trigo por el turno en que les tocaba: el que primero molía antes tenía su harina y podía venderla, así que, en algunas ocasiones, los otros agricultores trataban de sabotearlo jodiendo/estropeando la marrana.

La casa de tócame Roque: La casa de tócame Roque, parece ser una antigua corrala de la calle del Barquillo, en Madrid, a mediados del siglo XIX, lugar famoso por las frecuentes riñas y alborotos entre los vecinos, especialmente los de una misma familia; en ella vivían dos hermanos, Juan y Roque, que solían provocar altercados y el primero desafiaba al otro diciendo “tócame Roque, si te atreves”, y lo decía con tan grandes voces y con tal virulencia, que así quedó para los restos el nombre de la casa. Los escritores madrileños que ejercían de columnistas en los periódicos que luego se distribuían por toda España publicitaron dicha expresión a todo el País, como sinónimo de lugar desordenado donde se producen frecuentes broncas, disputas y escándalos.


Las cosas claras y el chocolate espeso: Cuando desde América, el monje español fray Aguilar envió las primeras muestras de la planta de cacao a sus colegas de congregación del Monasterio de Piedra, para que la dieran a conocer, al principio no gusto, a causa de su sabor amargo, por lo que fue utilizado con fines medicinales exclusivamente. Posteriormente cuando a unas monjas del convento de Guajaca se les ocurrió agregarle azúcar al preparado de cacao, ese nuevo producto causo furor, primero en España y luego en toda Europa. En esos tiempos mientras la Iglesia se debatía sobre si esa bebida rompía o no el ayuno pascual, el pueblo discutía cual era la mejor forma de tomarlo: espeso o claro. Los ganadores fueron finalmente los que se inclinaron por el chocolate cargado, por lo que la expresión las cosas claras y el chocolate espeso se popularizo en el sentido de llamar las cosas por su nombre.


Las cuentas del Gran Capitán: Dice el DRAE que esta frase plural coloquial se refiere a las cuentas ‘exorbitantes y arbitrarias’. Alude este dicho a las tan discutidas cuentas que Gonzalo Fernández de Córdoba presentó a los Reyes Católicos (los cuales se las habían exigido de forma inconveniente), después de haber conquistado para ellos el reino de Nápoles. Probablemente son apócrifas, pero he aquí algunas de las partidas presentadas por el Gran Capitán: «200.736 ducados y nueve reales en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por la prosperidad de las armas españolas. Cien millones en palas, picos y azadones, para enterrar a los muertos del adversario. Cien mil ducados en guantes perfumados para preservar a las tropas del mal olor de los cadáveres de sus enemigos tendidos en el campo de batalla. 160.000 ducados en poner y renovar campanas destruidas por el uso continuo de repicar todos los días por nuevas victorias conseguidas sobre el enemigo (…). Cien millones por mi paciencia en escuchar ayer que el Rey pedía cuentas al que le había regalado un reino.»


Las paredes oyen. Dice el DRAE: «Expresión usada ‘para aconsejar que se tenga muy en cuenta dónde se dice algo que importa que sea secreto’». Esta expresión proverbial nació en Francia y procede de la persecución contra los hugonotes que culminó con la histórica noche de San Bartolomé. Escribe Iribarren: «La reina Catalina de Médicis era muy desconfiada, y para poder escuchar mejor a las personas de que más sospechaba, mandó instalar en las paredes del Palacio Real conductos acústicos mediante taladros en las paredes y en los techos, hábilmente disimulados entre las molduras».


Liarse la manta a la cabeza: Se cree que su origen se remonte a las batallas medievales, cuando los soldados que iban a asaltar un castillo usaban unos ropajes (las “mantas”) para protegerse la cabeza y la espalda de las piedras, flechas o aceite caliente que les lanzaban los defensores. Como el invento no era demasiado efectivo, quedó la expresión “liarse la manta a la cabeza” como sinónimo de un acto arriesgado que no se ha pensado bien.


Llegar y besar el santo: Dicho usado, según el DRAE, ‘para explicar la brevedad con que se logra algo’. Se decía cuando el peregrino conseguía besar el santo nada más llegar a la capilla y sin tener que esperar, después de una larga romería.


Llevar el gato al agua: Procede de un juego consistente en atarse dos personas por detrás con una soga larga, habiendo entre ellos un charco, tirando cada uno hacia delante, arrastrando al contrario a gatas o gateando, hasta mojarlo. El DRAE ofrece dos acepciones de esta locución: ‘Triunfar en una competencia, salir ganando’ y ‘Superar una dificultad o arrostrar el riesgo de una empresa’.


Llorar lagrimas de cocodrilo: Por motivos que se ignoran o quizá porque la imagen del reptil ha estado siempre ligada a hechos misteriosos, muchas son las leyendas que se cuentan acerca de la conducta del cocodrilo, algunas de ellas relacionadas con su actitud ante sus presas.

 Desde tiempos remotos, se sostenía que el saurio, para atraer a sus víctimas emitía un extraño e insinuante gemido. Otros autores añadían que, una vez devorada la presa, el temible reptil lloraba sobre los despojos de su comida, quizás afligido porque el festín hubiese terminado tan de prisa y no falta quien asegura que suele comerse a sus propias crías, desconociendo en este caso que la hembra acomoda a los más pequeños dentro de sus fauces para llevarlos al río, donde luego los suelta para que comiencen a nadar por sus propios medios. 

Asimismo, se sabe que las famosas lágrimas de cocodrilo son una secreción acuosa que mantiene húmedos los ojos del animal, fuera del agua, pero no tienen nada que ver con el llanto, debido a que las glándulas salivales y las lacrimales de este animal están situadas muy cerca unas de las otras y por eso, se estimulan constantemente, lo que hace que al animal mientras llore mientras come. Todo esto, sumado a la fantasía popular sirvió para dar origen a la expresión lágrimas de cocodrilo, con la que se alude al dolor fingido de alguien ante cualquier suceso desgraciado, dolor que no es tomado en serio por ninguna de las personas que lo contemplan.


Luna de miel: Significa, según el DRAE, ‘temporada de intimidad conyugal inmediatamente posterior al matrimonio’. Esta expresión tal vez fue tomada del proverbio árabe La primera luna después del matrimonio es de miel. Sabido es que el calendario árabe es lunar.


Me lo contó un pajarito: En Grecia y Roma, sobre todo en la última, se creía que los pájaros, al ser dueños del vuelo, poseían características magnificas de percepción. Como con el tiempo comenzaron a ver que ante una tormenta severa las aves eran las primeras en evacuar la región, los romanos, las designaron como portadoras del saber futuro. De hecho el rito de los Augurios, donde se intentaba predecir el futuro, se basaba en observar el volar de los pájaros -al igual que lo hicieran Rómulo y Remo esperando ver 12 pájaros para fundar Roma-. De Aquí viene que el dicho “me lo contó un pajarito” signifique que nos enteramos de algo “misteriosamente”.


Meter cizaña: Significa ocasionar disensiones o lanzar noticias que inquieten a los que estaban tranquilos y enemisten a los amigos. Es una alusión a la parábola de Jesús que aparece en el Evangelio de San Mateo, Capítulo XIII, versículos 24 y siguientes: "El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena simiente en su campo. Pero al tiempo de dormir los hombres, vino cierto enemigo suyo y sembró cizaña en medio del trigo y se fue".


Meterse en camisa de once varas: La frase tuvo su origen en el ritual de adopción de un niño, en la Edad Media. El padre adoptante debía meter al niño adoptado dentro de una manga muy holgada de una camisa de gran tamaño tejida al efecto, sacando al pequeño por la cabeza o cuello de la prenda. Una vez recuperado el niño, el padre le daba un fuerte beso en la frente como prueba de su paternidad aceptada. La vara (835,9 mm.) era una barra de madera o metal que servia para medir cualquier cosa y la alusión a las once varas es para exagerar la dimensión de la camisa que, si bien era grande, no podía medir tanto como once varas (serian mas de nueve metros). La expresión se aplica para advertir sobre la inconveniencia de complicarse innecesariamente la vida.

Meterse en un berenjenal: Cuando nos referimos a meterse en un lío en el que se puede salir mal parado. La planta de la berenjena esta llena de espinas.


Montar un pollo: El origen de la expresión tiene en realidad que ver con el poyo, no con el pollo ( Aunque se admite que se escriba con elle). ¿Y que es un poyo? Es una pequeña tribuna portátil, empleada básicamente para ganar altura. Un podio al fin y al cabo. Pues bien, en el siglo XIX era relativamente común que hubiera oradores en algunas plazas y parques públicos para hablar de política, de religión o de cualquier otra cosa. Llegaban y montaban su poyo para poder subirse en él y que la gente les prestara más atención.


Mucha Mierda: Nos encontramos quien dice que el origen de la expresión “Mucha Mierda” proviene de la época en la que las personas de clases “pudientes” acudían al Teatro o “Corral de Comedia” en coche de caballos. Al llegar a la puerta del recinto, mientras bajaban del coche, el animal hacia sus necesidades allí mismo, por lo que cuando estaba a punto de empezar la representación , un miembro de la compañía se asomaba y miraba la cantidad de excremento depositada ahí. Curiosamente no se cobraba entrada, por lo que al finalizar la función la gente lanzaba sus monedas (cuanta más gente pudiente más alta era la recaudación). Los miembros de la compañía se agachaban a recoger las monedas lanzadas por el público y de ahí dicen que viene esta expresión “teatral” relacionada con el deseo de buena suerte.


Mucho ruido y pocas nueces: En 1597 las tropas españolas tomaron la ciudad de Amiens merced a una treta urdida por el capitán Hernán Tello de Portocarrero, que vistió de labradores a dieciséis de sus soldados que hablaban muy bien en francés.

Estos hombres penetraron en la ciudad provistos de sacos de nueces, cestos de manzanas y un carro de heno. Apenas entraron en la ciudad, uno de los soldados dejó caer voluntariamente uno de los sacos de nueces, lo que movió a los soldados franceses a recoger las nueces del piso. Esta situación permitió a los españoles que sacaran sus armas de la carreta de heno y así reducir a las tropas locales para permitir el ingreso de una columna invasora.

Posteriormente, los franceses recobraron la plaza, pero la astucia de la estratagema habrían dado origen al dicho ser más el ruido que las nueces.
Con el correr del tiempo, la frase pasó a ser parte del uso popular, como manifestación de exagerada demostración de un hecho que no tiene tanta trascendencia.


Ni chicha ni limoná: Equivale a decir no vale para nada. Además, esta expresión se usa en el sentido de no ser una cosa ni otra. La chicha, según el diccionario, es la voz que desde antiguo se emplea en el lenguaje infantil para designar la carne comestible. Pero chicha también es una bebida alcohólica que resulta de la fermentación del maíz en agua azucarada. De este licor, muy común en los países de Centroamérica y Sudamérica, nace el dicho "ni chicha ni limoná",es decir, que no hay o no quedan ni bebidas alcohólicas ni refrescantes.


No dar un palo al agua: Cuando alguien es muy vago se suele decir de él que 'no da un palo al agua', una expresión con reminiscencias marineras. Y es que inicialmente se aplicaba a aquellos que en una embarcación no colaboraban remando con el resto de marineros para hacer avanzar una barca. Desde entonces, esta expresión fue ganando popularidad hasta aplicarse hoy en día a cualquier persona con poco gusto por el trabajo.


No dejar títere con cabeza: Criticar con saña, pero también se entiende en referencia a alguien capaz de muchas conquistas amorosas. En el origen está una escena de "Don Quijote de la Mancha" escrito por Miguel de Cervantes. Mientras ve una representación teatral con títeres, Don Quijote pasa de espectador a actor y decide defender a la protagonista —una princesa de madera y trapo— descabezando a todos los otros muñecos.


No ir ni el Tato: El Tato era el apodo de un hombre llamado Antonio Sánchez. Era sevillano, se dedicó toda su vida al mundo del toreo y vivió entre los años 1831 y 1895. El Tato, como le llamaban sus allegados, era conocido por aprovechar todas las oportunidades y acudir a absolutamente todos los eventos que se le presentaban. Las corridas de toros y los eventos sociales eran sus preferidos, por lo que no dejaba escapar ni uno.


No hay tutía: Es una expresión que suele usarse ante los hechos consumados. Al oí­rla, el oyente comprende que no hay esperanza de cambio. Pero, ¿qué tiene que ver la tí­a de uno en todo este asunto? Ocurre que “tu tía” viene de la mala interpretación de atutía, término que significa “la costra que queda en la chimenea del horno después de procesar ciertos minerales” .Con esta mezcla, se preparaba (en tiempos en los que no habí­a una farmacia en cada calle, abierta las 24 h), un guento que, como contenía óxido de cinc, favorecía la cicatrización. Y “no hay tutía”, se usó a partir de entonces como sinónimo de “no hay” o “no tiene remedio”.


No me cuentes milongas: el término milonga procede de las lenguas quimbunda, la cual llegó al continente americano a partir de los esclavos africanos llevados por los portugueses a Brasil. La misma vendría a significar “palabrería”, algo que curiosamente ha mantenido el significado.


No saber ni J: La "J" es una letra que viene del idioma Hebreo. Como en su forma escrita la J -que es la letra más chica de todas- forma parte de la estructura escrita del resto de las letras, “No saber ni J” significa no saber nada.


No ser moco de pavo: Cuando queremos ponderar la importancia de un asunto cualquiera, con frecuencia nos valemos de una comparación negativa y destacamos que eso "no es moco de pavo". El diccionario define moco de pavo como "apéndice carnoso eréctil que el pavo tiene sobre el pico". Pero el dicho del título proviene de cuando se usaba reloj con cadena. Ésta asomaba como una provocación para los ladrones, quienes aprovechaban las aglomeraciones para desprender el reloj y dejar la cadena que lo sujetaba. Dado el público del que salían los incautos (llamados "pavos" en la jerga del delito), esas cadenas eran de escaso valor, de modo que se quedaban colgando como cuelga el moco del ave.


Ojo por ojo: Esta frase, que consagra la venganza como un procedimiento jurídico, figura en dos de los 282 artículos del código sancionado por Hammurabi (1792-1750 a. C.), fundador del imperio babilónico. La menciona también el Antiguo Testamento al referirse a los actos de violencia. “Quien cometiere e delito”, dice el texto bíblico, “pagará vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano y pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida y golpe por golpe”. Cuando el agredido prefería que se lo compensara con dinero, tenía derecho a una suma, fijada de antemano de acuerdo con la gravedad del daño. Así, según la ley del talión del derecho romano, quien recibía una cachetada podía canjear ese golpe por un monto equivalente a 5 ó 6 dólares de hoy.


Pagar a toca teja: Es una locución adverbial coloquial que significa ‘pagar en efectivo’. Este dicho se remonta al siglo XVII, cuando se acuñaron en Segovia unas monedas de plata llamadas vulgarmente tejas, preferidas para hacer los pagos contantes y sonantes. El diccionario de la Academia recoge las locuciones adverbiales coloquiales a toca teja y a tocateja, remitiendo la primera a la segunda, con el significado de ‘en dinero contante, sin dilación en el pago, con dinero en mano, en efectivo’.


Pagar el pato :La frase fue utilizada por los cristianos viejos para burlarse de los judíos españoles. La fe de éstos se mantenía a través del Pacto que era el vocablo utilizado para referirse al “Concierto de Dios”. Comoquiera que eran perseguidos por su fe y que estaban obligados a pagar unos impuestos especiales por el hecho de ser judíos, se construyó la frase con sentido irónico y burlesco. Se les decía: Aquí pagaréis el pato al jugar con el sonido y la escritura de ambos vocablos.


Pasar la noche en blanco: la expresión se remonta a la época de los caballeros andantes. Antes ser armado como tal y salir al mundo en defensa de las causas nobles caballeros noveles. Como entonces se lo llamaba debían someterse a un ritual de calumnia cuando, como la espada de plano, soberano o el señor que lo adivinaba le daba un leve golpe nos honró la espalda. La noche anterior hace a la ceremonia candidato permanecían velas rezando al pie del altar donde se depositaron sus armas. Éstos recibían el nombre de arma blanca o en blanco tanto que por no haber tenido uso ninguna empresa de caballería como por no llevar aún ninguna divisa escudo.


Pasar una noche Toledana: este dicho proviene de que "las mozas toledanas, en la noche de San Juan, permanecían a la escucha de la primera palabra que oían en la calle a partir de las doce, pensando que con el que se nombrase se habían de casar.


Pelillos a la mar: los chavales hacían las paces cortándose un par de pelillos y echándolos al viento para que se los llevara al mar, simbolizando de esta manera que al igual que el aire se lleva los pelos, hará también lo propio con los agravios y las peleas.


Plantarse en sus trece:Como muchas frases hechas, ésta, expresa la idea de no cejar en algo, proviene de los juegos de naipes. De estos hay varios que, con ligera variante otorgan el triunfo a quien logran mas puntos sin pasarse de un número que es el que da el nombre del juego. El más conocido entre nosotros el siete y medio. Pero existen otros como el 15 y también el llamado 31(que también se disputa en el billar. El dicho plantarse en sus 13 (o quedarse o no salir de sus 13) proviene del segundo de su juego, el 15, que se juega con un mazo del que se quitan el as y el dos de cada palo. Gana el que llega a 15 o se aproxima más a esa cifra. Un caso especial es el de quien suma 13. Cualquier carta que le salga con excepción de una figura que valen medio, hará que se pase. Lo prudente entonces plantarse en 13. El concepto de prudencia que transparenta la frase -para qué arriesgar teniendo tantas probabilidades en contra- se ha extendido para connotar una testarudez.

Otra teoría sobre el origen de esta frase se refiere a la terquedad de Benedicto XIII, conocido como el Papa Luna, quien durante el Cisma de Occidente ejerció como papa en Aviñón. Incapaz de renunciar a su pontificado, al final se retiró al castillo de Peñíscola donde murió afirmando que él era el legítimo pontífice.

Poner las manos al fuego: “Aquel a quien la llama no queme debe ser creído”, se lee en el más antiguo código hindú. Durante muchos siglos y en las culturas más diversa fue común recurrir a la prueba del fuego para averiguar si el acusado de un delito grave -como la hechicería en la edad media- era o no culpable. Las leyes anglosajonas, por ejemplo, establecían cuantos pasos debía caminar el incriminado sosteniendo en la mano un hierro caliente de un peso determinado. Si lograba llegar al final sin soltarlo, era proclamado inocente, de lo contrario,  puesto que el juicio de Dios le había resultado adverso, se lo condenaba a muerte.


Poner los pies en polvorosa: Esta frase que significa irse o escapar precipitadamente. Como origen,se hace referencia al polvo que se levanta cuando se corre por un camino de tierra.


Poner los puntos sobre las íes: Cuando en el siglo XVI se adoptaron los caracteres góticos era fácil que dos í­es se confundieran con una “u”. Para evitarlo se colocaban unos acentos sobre ellas y la costumbre se extendió hasta la “i” sencilla., lo que le pareció a muchos algo quisquilloso.


Poner pies en Polvorosa: Significa huir precipitadamente. Su origen puede ser el siguiente: Alfonso III, el Magno, decidió hacer frente a las incursiones de los moriscos en su territorio y los atacó a orillas del río Orbigo, en los campos palentinos de Polvorosa. Tan grande fue el éxito del monarca que los moros tuvieron que dispersarse en fuga desordenada.


Ponerse las botas: Cuando alguien saca mucho provecho de algo o disfruta mucho de un placer en concreto, especialmente en términos gastronómicos, solemos decir que se 'pone las botas'. ¿Pero cuál es la relación entra unas botas y el enriquecimiento? El origen de esta expresión lo explica José María Iribarren en su libro 'El porqué de los dichos', donde cuenta que las botas eran un distintivo de caballero que atesoraba riquezas, ya que los pobres utilizaban zapatos.


Por H o por B: Es muy normal que siempre, al escribir un dictado de la maestra, los chicos fallen en las palabras que llevan una H o una B. Por esta razón decir “por H o por B” significa haber errado por tal o cual cosa, sin querer dar muchas explicaciones.


Que si quieres arroz Catalina!: Parece ser que Catalina, esposa de un judío converso y nacida en tiempos de Juan II de Castilla, consumía grandes cantidades de arroz; además lo recomendaba a todo el mundo como remedio a cualquier mal. En su lecho de muerte, los vecinos se reunieron en torno a ella y recitaron a coro: “¡que si quieres arroz, Catalina!”. Pero ella, moribunda, hacía oídos sordos. Desde entonces, esta frase se dice cuando alguien no hace caso a lo que dicen.


Que te den morcilla: Usamos esta expresión cuando queremos zanjar o acabar una discusión o intercambio de opiniones con alguien que realmente nos está molestando o irritando sobremanera.

El origen lo encontramos en la antigua costumbre de lanzar a los animales que vagabundeaban por las ciudades trozos de morcilla a las que se le introducía algún tipo de veneno en su interior, para eliminar de esta manera esos animales que eran considerados portadores y transmisores de peligrosas enfermedades para el ser humano. Por lo tanto, cuando decimos esta expresión a alguien no le estamos invitando a una sabrosa comida, sino más bien todo lo contrario.

Quedarse como el gallo se Moron, sin plumas y cacareando: Su origen se remonta al S. XVI, el pueblo de Morón de la Frontera (Sevilla) se dividía en dos bandos. Dos grupos que incluso tenían cada uno su propio alcalde, lo que provocaba muchos enfrentamientos y todo era motivo de confrontación.

 La autoridad superior de justicia en la época, la Real Chancillería de Granada, con el objetivo de poner orden y paz a la situación, envió a Morón a un juez, y ahí nace la leyenda"..Esta historia continúa con este juez, el doctor Juan Esquivel, quien no guardaba, precisamente, las formas en el trato con los vecinos. Debido a esta dura actitud, se comenzó a extenderse la frase "de que donde estuviese Esquivel no cantaba más gallo que él". Así, al regulador se le apodó El Gallo por su comportamiento altivo.

Pero, ¿de dónde viene lo de "sin plumas y cacareando"? "Un día, cansado el pueblo de la actitud del juez, la localidad se une por primera vez y deciden darle un escarmiento. Lo llevan a las afueras del pueblo, lo dejan desnudo y con varas de acebuche le dan una paliza. Después de aquel suceso, el juez salió corriendo y gritando hacia Granada, jurando no volver a pisar esa localidad. Y así nació la leyenda y con ella la letrilla: "Anda que te vas quedando como el gallo de Morón, sin plumas y cacareando en la mejor ocasión".


Quedarse para vestir santos: Quedarse soltera sin desearlo. Hace más de cien años, las mujeres jóvenes que iban a rezar en las iglesias tenían por costumbre, también, ayudar en el arreglo de los altares de los santos. Se le rezaba mucho a San Antonio pidiéndole un marido o al menos, un novio. Se hacía además una ofrenda, cambiando un alfiler nuevo por otro bautizado con agua bendita.


Quedarse sin blanca: La blanca era una moneda castellana de plata, que se acuñó por primera vez en tiempos de Pedro I (1334-1369).


Quien fue a Sevilla perdió su silla: Usamos esta frase hecha cuando alguien pierde algo o algún privilegio tras haberlo abandonado durante un periodo relativamente corto. Según el Instituto Cervantes, esta expresión se remonta al siglo XV, durante el reinado de Enrique IV (1454-1474). En esa época se concedió el Arzobispado de Santiago de Compostela a un sobrino del entonces arzobispo de Sevilla, Alonso de Fonseca. Sin embargo, en aquellos años la ciudad gallega andaba "un poco revuelta", por lo que el primero pidió a Fonseca que fuera a Santiago para apaciguar la situación mientras él se quedaba en Sevilla. Tras conseguir calmar los ánimos y regresar de Santiago a Sevilla, Alonso de Fonseca se encontró con que su sobrino no quería abandonar el arzobispado de la capital hispalense que había ocupado temporalmente. Alonso de Fonseca tuvo incluso que recurrir al Papa, al rey y a matar a algunos partidarios de su sobrino para recuperar 'su silla'.


Sacar las castañas del fuego: Esta expresión tiene su origen en una fabula de Jean de La Fontaine "El mono y el gato". En dicho relato los dos animales estan asando castañas juantos, y cuando llega la hora de retirar las castañas del fuego, el mono, con mucha astucia, empieza a a lebar al gato diciéndole innumerables alagos sobre su valentía, fuerza....Esto hace que el gato llegue a sentirse como un superhéroe, lanzándose sin pensárselo a recoger las castañas del fuego, provocando que casi se quemase él mismo.


Salga el sol por Antequera: La expresión se remonta a la toma de Granada en 1491, en el campamento de los Reyes Católicos. Como Antequera está al oeste de Granada, es decir, al poniente y no al levante, la frase nació de forma irónica para decir que el sol naciera por donde quisiera. Iribarren señala que así se explicaba esta expresión en un artículo de la revista "Alrededor del Mundo", en 1899. Realmente la frase completa es: "Salga el sol por Antequera y póngase por donde quiera", y hoy se mantiene como una forma de indicar una absoluta despreocupación.


Salvado por la campana: Utilizamos el dicho cuando no realizamos una misión aburrida y desagradable porque otro suceso se interpone. En los S. XVII Y S.VII, muchas personas eran enterradas con vida, pues pacedían Narcolepsía como consecuencia de la mezcla de cerveza y wishky. Para evitar que las víctimas murieran bajo tierra, se colocó en el exterior del féretro una pequeña campana. Así, si alguien despertaba, podía pedir auxilio de inmediato.

Salvarse por los pelos:  Este dicho viene porque en la antigüedad los marineros cuando caían al agua generalmente eran agarrados y subidos de los pelos. Por esta razón solían dejarse el cabello lo más largo posible, el cual, al hundirse el cuerpo, quedaba flotando y era un excelente punto de agarre.


Sangre azul: Se decia que la nobleza era de SANGRE AZUL. Al no realizar tareas en el campo, los nobles no tenían la piel morena y a través de su blanquísima piel las venas parecían llevar sangre azul.


Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita: Se dice que una doncella le pidió un novio a Santa Rita de Cassia, abogada de los imposibles. No se sabe si fue un milagro pero el caso es que a los pocos días le salió un pretendiente, pero el mozo no estuvo mucho tiempo con ella, por lo que la doncella se plantó delante de la Santa y la dijo: -“Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita”. El novio no volvió pero a nosotros nos dejó el popular dicho.


Ser chivo expiatorio: El dicho viene del mundo antiguo y se refiere a una práctica ritual de los antiguos Judíos. En ella el rabino elegía dos machos cabríos de un rebaño y, echándolo a la suerte, escogía a uno de éstos dos para ser sacrificado. Como dejarlo a la suerte infería una participación divina se asumía entonces que éste chivo era el elegido para llevarse consigo los pecados del pueblo. De Aquí viene el dicho “ser el chivo expiatorio” cuando a alguien se le adjudican culpas ajenas.


Ser de cajón: Usamos esta expresión para indicar que algo es evidente, lógico, que no es fruto de un razonamiento complejo o elaborado. Un posible origen de esta expresión podría encontrarse en las imprentas, en donde se tenían palabras o frases de mas uso ya preparadas en cajones, de ahí el uso de «eso es de cajón» para algo que no nos va a llevar mucha necesidad de raciocinio.


Ser de tomo y lomo: Se utiliza esta expresión cuando se quiere indicar que algo es de gran envergadura. Precisamente, gran envergadura tenían los primeros libros de la historia. De ahí la expresión.


Ser duro de mollera: He aquí una expresión que ha cambiado radicalmente de sentido. Está tomada la metáfora de la mollera (parte más alta del casco de la cabeza) de los niños, que la tienen blanda y sin cerrar del todo, hasta que, creciendo, se les cierra y endurece, por lo que entonces decían antiguamente los mayores: ya tiene cerrada la mollera, que equivalía a ser ya machucho y se empleaba como elogio a la sensatez y a la cordura. Se decía por el contrario no haber cerrado la mollera como «phrase con que se nota á alguno de poco juicio y assiento», según el Diccionario de Autoridades (1734). En este primer diccionario de la Academia también se definía tener ya dura la mollera «con que se explica que alguno yá no está en estado de aprender», definición que todavía recoge el DRAE. Pero ya el de Autoridades entraba en contradicción, tomando como negativo la dureza de la mollera, al explicar la locución ser duro de mollera como ‘ser porfiado o temoso’, ‘ser rudo para aprender’, recogida de igual manera ahora por el DRAE


Ser el coño de la Bernarda: Nos podemos encontrar que hay quien señala que la tal Bernarda vivió en Granada (unos dicen que en Atarfe y otros en la ficticia Artefa) durante el siglo XVI y que se ganaba la vida como ‘santera’, siendo capaz de conseguir curar múltiples dolencias con el solo hecho de introducir la mano dentro de su vagina. Según esta historia, parece ser que había una gran peregrinación y muchos eran los que la visitaban para sanarse.

También hay quien la sitúa en Ciudad Real (en los alrededores de Sierra Morena), coincide en siglo y profesión (santera), pero en lugar de curar personas sanaba animales de los pastores y lo hacía, también, dejándose tocar su sexo (lo que no se especifica es quién tocaba dichas partes, si los pastores o los animales).


Ser harina de otro costal: Procede del tiempo en el que existían los molinos colectivos y que eran compartidos por varias personas y al que cada una llevaba su propia cosecha de cereales para moler y hacer las diferentes harinas (de trigo, centeno, maíz, cebada…).Cada saco tenía su propia harina, así que cuando alguien quería mezclar harinas de diferentes calidades era advertido que aquella era ‘harina de otro costal’.


Ser la caraba: Se usa para dar a entender que algo o alguien es muy divertido, bromista, juerguista... El origen de esta frase está en una anécdota sucedida durante el transcurso de una feria. En una de las casetas se anunciaba algo extraordinario "La Caraba". El que siempre estaba dispuesto a asombrarse, lógicamente entraba y cuál no sería su sorpresa cuando el "fenómeno" que encontraba era una burra muy vieja y flaca. El dueño de la caseta decía que no existía ningún engaño ya que la burra era "La Caraba", es decir "la que araba y ya no ara".


Ser el último mono:  El dicho se basa en la creencia de que los monos cruzan un río colocándose uno en un árbol cerca de la orilla y formando cadena, pero el que ha ayudado a los demás no suele conseguir lanzarse con impulso suficiente para alcanzar también él el otro lado de la corriente.


Ser un AS: Significa ser una persona excelente, sobresaliente, único en su género y especie. Esta expresión entró en España durante la Guerra Europea (1914-18). Los franceses, en cuyo idioma significa, también, el número uno, designaron con este término a los aviadores de su nacionalidad que alcanzaban mayor número de victorias derribando aparatos enemigos.


Ser un pobre diablo: Durante largo tiempo buena parte de la humanidad creyó en la existencia de demonios que tomaban parte en la vida cotidiana de la gente. Las crónicas del siglo XVI mencionan legiones de diablos inferiores que por no inspirar mucho temor recibían el calificativo burlón de “pobres diablos”. En las fiestas religiosas con que se celebraba el santo de cada pueblo era costumbre provocar públicamente a esos demonios de menor jerarquía. Jóvenes vestidos de rojo y llevando cuernos y cola bailoteaban en el atrio de la iglesia o en la plaza pública, mientras la muchedumbre los insultaba, les arrojaba agua sucia como si fuera bendita, y amenazaba ensartarlos en sus propios trIdentes. Esas parodias continuaron en Alemania hasta que las prohibió Lutero. De ellas heredamos la expresión “pobre diablo”, que en forma figurada aplicamos a nuestros semejantes para señalar su insignificancia. El menosprecio que traduce la frase bien puede atribuirse a un desquite. Con ella, Satanás se venga en los seres humanos de los agravios que en otras épocas tuvieron que sufrir sus enviados.


Ser más feo que Picio: Francisco Picio nacido en Alhendín (Granada), fue condenado a muerte por razones desconocidas y ya en la capilla recibió el indulto. Tal fue su reacción que se le cayó el pelo, las cejas y le salieron tumores por toda la cara, causando una visión espantosa. Cuenta la leyenda que el párroco que fue a darle la extrema unción, ató el crucifijo a la punta de un palo para no acercarse a ese rostro tan espantoso.


Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña: Mahoma convenció a sus seguidores de que a una orden suya se le iba a acercar una montaña desde la cual predicaría. La muchedumbre se reunió; Mahoma llamó una y otra vez a la montaña y cuando ésta no se movió de su lugar, el profeta dijo sin abochornarse: "Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma irá a la montaña". Este texto no pertenece a ningún libro religioso ni procede de Oriente. Figura en los Ensayos de Sir Francis Bacon (1561-1626).

Sin trampa ni cartón: Quizás la duda en esta expresión esté en " ni cartón", que se asocia a los antiguos decorados teatrales hechos con cartón y que recreaban falsas escenarios. Así mismo, el cartón también era utilizado en la caza para tender las trampas a los animales. Es por lo que el cartón se asocia a trampa.

Son habas contadas: Las habas blancas y negras sirvieron durante mucho tiempo para echar suertes o para celebrar votaciones en determinados cabildos y congregaciones. Según el DRAE esta expresión es usada ‘para denotar que algo es cierto y claro’, y ‘para expresar que ciertas cosas son número fijo y por lo general escaso’.


Tanto monta monta tanto, Isabel como Fernando: Su origen es de los Reyes Católicos. Cada monarca mantenía para sus reinos su propia moneda, escudos, edificios oficiales, etc. En cuanto a los símbolos, las flechas atadas quedaban como símbolo de Castilla y el yugo con el nudo gordiano como símbolo de Aragón. Del mismo modo, Tanto Monta quedó como motto del Rey Fernando, quien lo incorporó a su escudo.

Este lema fue asumido por Fernando a sugerencia de Antonio de Nebrija quien le contó la historia de Gordias, un campesino de la ciudad de Gordión. Este campesino tenía un yugo con un nudo tan fuertemente atado a sus bueyes que nadie podía deshacerlo. El augurio decía que quien fuese capaz de deshacerlo se convertiría en dueño de Asia. Fue Alejandro Magno quien, con una espada, lo deshizo con la frase “Da lo mismo –Tanto monta- deshacer como cortar”. Así, Fernando incorporó el lema en referencia al conquistador macedonio que luego efectivamente se adueñó de Asia.

Mucho más tarde, en años del régimen franquista, se alargó la frase, con esa rima, símbolo nostálgico de una España grande y unificada. Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando.


Tener más cuentos que Callejas: Don Saturnino Calleja Fernández fue el propietario de una editorial de cuentos para niños, una de las más famosas y con un mayor número de publicaciones en España. Situada en la calle de la Paz, en Madrid, local que fue comprado por Saturnino, en 1879, este se convirtió en la Editorial Calleja, que llegó a ser la más popular en Hispanoamérica y en Filipinas. En 1899, la editorial calleja publicó 3.400.000 volúmenes.


Tener muchos humos: Significa tener gran presunción y altivez. Al parecer este modismo es tomado de una costumbre observada por las familias romanas distinguidas. Estas solían colocar en el atrio de su casa los bustos o retratos de sus antepasados y como en proporción de su antigüedad iban adquiriendo un tono más oscuro por efecto del humo y de la intemperie, esta circunstancia daba a aquellas gentes cierto tono aristocrático del que con frecuencia alardeaban.


Tirar la casa por la ventana: En el siglo XIX, cuando alguien ganaba la Lotería Nacional de España se estilaba a que los amigos y familiares del afortunado fueran a su casa y, literalmente, arrojaran todas sus posesiones por la ventana. Esto en señal de la nueva vida de dicha persona.


Tirarse la bartola: es una expresión que recoge la Real Academia desde 1852 y se refiere a la forma de descansar después de la celebración de San Bartolomé, cuando terminaban tradicionalmente las cosechas.


Todos los caminos llevan a Roma: Durante la época del Imperio Romano, en el que si seguías la red de caminos creados podrías llegar desde cualquiera de sus puntos a la capital italiana. Esa red de caminos no era, precisamente, pequeña, ya que consistía en un sistema de comunicaciones terrestres que contaba con casi 400 vías que se repartían los más de 70.000 km de longitud y que unían Roma con puntos tan lejanos como la antigua Germania (Alemania) y África.


Tomar las de Villadiego: La explicación al significado y origen histórico de este dicho es aquel que se relaciona con las persecuciones de judíos en la Edad Media. De todos es sabido el ambiente hostil que en torno suyo se creó en torno a los judíos en España por el pretendido efecto de sus usuras y otras actitudes ante la población. De aquí es que surgiera en todas partes el odio contra los hebreos que degeneró muchas veces en venganzas, dándose los que se creían perjudicados a la caza de judíos. El Rey Fernando III El Santo dió privilegios a los judíos de Villadiego, prohibiendo que se les prendiese, “si non por son propio debdo que devan”, y señalando penas para los que les hicieran daño.

En esto vieron los judíos de sus reinos un salvoconducto que los libraba de las iras del pueblo, consideraron a Villadiego como su ciudad refugio y allí se encaminaban al menor síntoma de persecución. Más ello entrañaba una universal obligación, la de llevar un distintivo especial, para que se les pudiera reconocer que estaban bajo la protección del Rey y que nadie los podía prender. Este distintivo eran las calzas amarillas que debían usar en adelante en su nueva tierra de promisión, como colonos y pecheros del Rey.

Entre las hipótesis menos refutadas y con menor credibilidad está: la acepción de -ir de viaje- se cuenta que en anteriores tiempos se confeccionaban en Villadiego unas llamativas alforjas de diversos colores que fueron famosas y muy conocidas en Castilla, de suerte que “Tomar las de Villadiego” es coger las alforjas para ir de viaje.


Verse el plumero: Cuando descubrimos las intenciones ocultas de alguien, se suele recurrir a esta expresión, cuyo origen está estrechamente relacionado con la política y concretamente con los liberales de principios del siglo XIX. Tras sellarse en 1812 la Constitución de Cádiz, conocida popularmente como La Pepa, se constituyó la Milicia Nacional, cuyos miembros defendían ideas progresistas y que vestían un gorro con un penacho de plumas que les hacía visibles desde la lejanía. En referencia a las características de esta prenda, la prensa del siglo XIX comenzó a utilizar la expresión 'verse el plumero', una expresión que fue derivando hasta tomar el significado actual.


Vérselas negras: Cuando se ocupaba un cargo público en la Grecia pre-edad Dorada los ciudadanos debían recurrir a un llamativo sistema de elección al azar. Metían la mano en una bolsa y sacaban de ella un pedazo pintado de madera: la mayoría de los pedazos eran negros mientras que algunos, los que representaban ser elegido, eran blancos. De aquí viene el dicho.


Y fueron felices y comieron perdices: En la edad media, la gente pasaba mucha hambre...la sociedad se dividía en clases sociales..las clases bajas comían legumbres y cereales ( si es que comían) y las clases altas podían comer carne a diario...entre los platos favoritos de la clase alta estaban las perdices...Por ello, en los cuentos, cuando se dice “comieron perdices” se refieren a que no tuvieron problemas económicos el resto de su vida.

La invención de la terminación fue del escritor Saturnino Calleja (1855-1915), y la original dice : "Fueron felices y comieron perdices y a mí no me dieron porque no quisieron".






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